Siendo niño San Alfonso, rezó frecuentemente delante de Jesús Niño. Ordenado sacerdote,
San Alfonso publicó en 1758 un libro que expresa bien su meditación sobre el misterio de la Navidad:
“Jesús mío,
mi soberano Señor y verdadero Dios:
¿Qué fuerza te ha hecho descender
del cielo a una gruta
sino la fuerza de tu amor por nosotros?
Tú que habitas el seno del Padre,
tú reposas en un pesebre.
Tú que reinas más allá de las estrellas,
tú vienes a nacer sobre un poco de paja...
Tú que eres la alegría del cielo,
yo te escucho gemir y llorar.
. . .
Dime, oh Jesús mío:
¿Qué fuerza desconocida
te ha reducido a tal abajamiento?
Una sola,
la fuerza de tu amor por nosotros”.
. . .
“Así es que, en esta morada,
el Verbo encarnado
pasó el resto de su infancia
y toda su juventud.
¿Cómo vivió?
Pobre y despreciado de los hombres
haciendo el oficio de un simple obrero,
“en sumisión a María y José”
(Lc 2, 51)
CORONA DE ADVIENTO
ORACIÓN DEL PRIMER DOMINGO
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquél que enciende su lámpara
para salir, en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven.
Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría más verdadera.
¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús!
(Misa Dominical)