Presidente: Del Señor viene la misericordia, Todos: Y la redención copiosa. Presidente: Oremos. Todos: Gloria a ti, Padre, que estás en los cielos, Que tu amor reine en la tierra, haz que nuestra voluntad sea conforme a la tuya.
Que tu Hijo, Jesús, nuestro Redentor, otorgue al XXIV Capítulo General y a nuestra entera Congregación sabiduría y compasión a través del Espíritu Santo.
Haznos sensibles a los signos de los tiempos, y que estemos dispuestos a una conversión continua, de forma que, al organizar nuestra vida apostólica y misión, pensemos y sintamos como Jesús a fin de responder más eficazmente a las necesidades de aquellos a quienes nos envías, los pobres más abandonados.
Ayúdanos a ser cada vez más fieles a nuestro carisma y a nuestra misión.
Que nos olvidemos de nosotros mismos y nos esforcemos por vivir para los demás.
Que proclamemos fielmente el Evangelio de la abundante redención allí donde las necesidades pastorales sean más urgentes.
Haznos misioneros intrépidos y de ardiente caridad pastoral que nos impulse a ir a lugares difíciles y a emprender los trabajos más arduos, confiando en que tú estás siempre con nosotros y en que todo lo podemos en ti, que nos confortas.
Que en todo cuanto sintamos, pensemos, digamos y hagamos, te demos gracias y te alabemos.
Invocación:Madre del Perpetuo Socorro, Todos:Ruega por nosotros. Invocación:San Alfonso, y todos los Santos y Beatos de la Congregación, Todos:Rueguen por nosotros.
¡Santa y celestial niña! Tú que eres la elegida por Madre de mi Redentor y la augusta medianera de los pobres pecadores, ten piedad de mí. Mira postrado a tus pies a otro ingrato, que a ti recurre en demanda de piedad.
Verdad es que por mis ingratitudes contra Dios y contra ti, merecía ser de Dios y de ti desamparado; pero oigo decir y así lo siento, sabiendo que es inmensa tu misericordia, que no te niegas a ayudar al que a ti se encomienda confiado.
Tú eres la criatura más excelsa del mundo, pues sobre ti sólo está Dios, y ante ti, son pequeños los más encumbrados de los cielos; María, la más santa entre los santos, abismo de gracias y llena de gracia, socorre a un miserable que la ha perdido por su culpa.
Yo sé que eres tan amada de Dios, que él nada te puede negar. Y sé también que disfrutas empleando toda tu grandeza en aliviar a miserables pecadores.
Hazme ver, Señora, el gran poder que tienes ante Dios consiguiéndome una luz y una llama divina tan potente, que me transforme de pecador en santo, y que, arrancándome de todo afecto terreno, me inflame del todo en el divino amor. Señora, hazlo, por amor de ese Dios que te ha hecho tan grande, tan poderosa y tan piadosa. Así lo espero, así sea.
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás día y noche en ese Sacramento, lleno de misericordia y amor, esperando, llamando y acogiendo a cuantos vienen a visitarte; creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te adoro desde el abismo de mi nada, te doy gracias por todos los beneficios que me has hecho, y especialmente por haberte dado todo a mí en ese Sacramento, por haberme concedido por abogada a María, tu Madre santísima y por haberme llamado a visitarte en este lugar santo.
Saludo hoy a tu amantísimo Corazón, y es mi intención saludarlo por tres fines: el primero, para darte gracias por tan insigne don; el segundo, para reparar las injurias que has recibido de todos tus enemigos en este Sacramento, y el tercero, para adorarte desde aquí en esta visita, en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y más abandono.
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Jesús mío, te amo con todo mi corazón. Me arrepiento de haber ofendido tantas veces en mi vida pasada a tu bondad infinita. Propongo mediante tu gracia no ofenderte más adelante; y ahora, miserable como soy, me consagro enteramente a Ti, renuncio a mi voluntad, a mis afectos, a mis deseos, a todo lo que me pertenece, y te hago de ello donación. En adelante haz de mí y de todas mis cosas cuanto te plazca.
No te pido ni quiero otra cosa que vuestro santo amor, la perseverancia final y el perfecto cumplimiento de tu voluntad. Te encomiendo las almas del Purgatorio, y en particular las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Santísima. Te encomiendo también todos los pobres pecadores. Por fin, oh Salvador amantísimo, uno todos mis afectos a los de tu amantísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a tu eterno Padre, pidiéndole en tu nombre se digne aceptarlos, y oiga mis súplicas por amor tuyo.
Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que visite el Santísimo Sacramento para adorarlo; si lo hace por espacio de media hora por lo menos, la indulgencia será plenaria.
(1986 MANUAL DE INDULGENCIAS 500)
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Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiera recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte.
Fórmula breve
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento: Te amo y deseo. Ven a mi corazón. Te abrazo; no te apartes nunca de mí.
Indulgencia Parcial
(1986 MANUAL DE INDULGENCIAS 500)
Seas amada, seas alabada, seas invocada,
seas eternamente bendita.
¡Virgen del Perpetuo Socorro!,
mi esperanza, mi amor, mi Madre,
mi refugio y mi vida. Amén.
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Oración a María Santísima
Inmaculada Virgen y Madre mía, María Santísima! A Ti, que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza y el Refugio de los pecadores, recurro en este día. Te venero, oh gran Reina, y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que de los demás seas también amada.
En Ti pongo todas mis esperanzas, toda mi salvación. Oh, Madre de misericordia, acéptame por tu siervo, y acógeme bajo tu manto. Y ya que eres tan poderosa para con Dios, líbrame de todas las tentaciones o, al menos, alcánzame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo, y de Ti espero la gracia de una buena muerte.
¡Oh, Madre mía! Por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes; pero mucho más en el último instante de mi vida. No me desampares, mientras no me veas salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericor-dias por toda la eternidad. Amén. Así lo espero, así sea.
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A ti, bienaventurado san José
A ti, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio. Por aquella caridad con que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con su poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo custodio de la divina familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error o de corrupción; asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.
Indulgencia parcial
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ALABANZAS A JESÚS Y MARÍA
EN REPARACIÓN DE LAS BLASFEMIAS
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo
Sacramento del altar.
Bendita sea la Gloriosa Santa María
Madre de Dios.
Bendita sea su Santa e Inmaculada
Concepción.
Bendita sea su Gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María
Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles
y en sus Santos.
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ORACIÓN POR LAS VOCACIONES REDENTORISTAS
Señor Jesús,
Maestro, Pontífice y Pastor,
que nos conduces a tu Reino.
Tú dijiste:
“La mies es mucha y los obreros pocos,
rueguen al Dueño de la mies
que mande obreros a su mies”.
Tú sabes cuánto necesita
de buenos pastores tu rebaño.
Enciende, pues,
en el corazón de muchos jóvenes,
el afán de entregar generosamente
sus vidas a tan noble ideal.
Particularmente,
imploramos abundantes llamados,
para tu amada Congregación
de Misioneros Redentoristas
que, impregnados del espíritu
de san Alfonso María de Liguori,
lleven tu Evangelio especialmente
a las almas más desamparadas.
Te lo pedimos por nuestra Madre,
la Virgen Misionera del Perpetuo Socorro. Así sea.
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ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
A LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO
Signo grandioso de nuestra esperanza,
te invocamos.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro,
Santa Madre del Redentor,
socorre a tu pueblo, que anhela resurgir.
Da a todos
el gozo de caminar hacia el futuro
en consciente y activa solidaridad
con los más pobres,
anunciando de un modo nuevo y valiente
el evangelio de tu Hijo, fundamento y cima
de toda humana convivencia,
que aspira una paz justa y duradera.
Como el Niño Jesús,
que admiramos en este venerado icono,
también nosotros queremos
estrechar tu mano.
No te falta a ti ni poder ni bondad
para socorrernos
en cualquier necesidad y situación.
¡La hora actual es tu hora!
Ven, pues, en nuestra ayuda
y sé para todos el refugio y la esperanza. Amén.
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PEDIMOS A MARÍA
QUE CUSTODIE NUESTRAS FAMILIAS
Madre del Perpetuo Socorro,
bendice con tu tierno amor de madre
nuestras familias.
Que el sacramento del matrimonio
mantenga cada vez más unidos
a esposo y esposa a fin de que
siempre se mantengan mutuamente fieles
y se amen también mutuamente
como Cristo nos ama.
Ayuda a todas las madres
y a todos los padres a que amen
a los hijos que Dios les ha confiado.
Que siempre sean modelos
de una vida realmente cristiana.
Ayuda a todos los niños y jóvenes
a que amen y respeten a sus padres.
Haz que todos valoren
el matrimonio cristiano
y la vida de familia.
- 13 -
Danos sentido de responsabilidad
a fin de que nos empeñemos
en que nuestros hogares sean
lugares de amor y de paz.
María, nuestro modelo,
ayuda a todas las familias a crecer
constantemente en el auténtico amor
a Dios y al prójimo
a fin de que la justicia y la paz
florezcan por doquier
allí donde haya una familia humana. Amén.
ACTO DE CONSAGRACIÓN
(Se hace la primera semana del mes.)
Guía: Renovemos nuestro Acto de Consagración.
Todos: En unión de todos los miembros de la Cofradía de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, aquí y en el mundo entero, nos consagramos a tu servicio. Prometemos renovar nuestra entrega una vez al mes y acercarnos frecuentemente a los sacra-mentos. Te pedimos que nos otorgues la gracia de imitar a tu gran siervo, San Alfonso, así como su amor a ti y a tu Hijo.
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SÚPLICA PERPETUA
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, cuyo solo nombre inspira confianza!
R. Madre de amor, ven en mi socorro.
En el momento peligroso de la tentación, para que yo resista.
Cuando haya tenido la desgracia de pecar, para que me arrepienta y me vuelva a levantar.
Si algún vicio me tiene encadenado, para que pueda romperlo.
Para que escuchando la Palabra de Dios obre de acuerdo con ella.
Para que viva todos mis días como seguidor de Jesucristo.
Para que haga de mi vida un servicio a Dios y al prójimo.
En todas las pruebas y trabajos de la vida.
Contra mi propia inconstancia y para que persevere hasta el fin.
¡Oh Madre mía, hasta mi último día, hasta mi último suspiro!
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ORACIÓN A SAN GERARDO
Oh Jesús, Redentor nuestro, te adoramos y te bendecimos por tu gran amor. Te damos gracias por la vida de San Gerardo Mayela. A través de su intercesión, hoy sigues bendiciendo a nuestra comunidad.
Infunde en nosotros el espíritu que movió a San Gerardo. Que su amor a ti, su fe y su esperanza también sean las fuerzas que nos muevan a nosotros. Haznos sensibles a tu presencia para que también nosotros sepamos descubrirte en las personas más humildes y sencillas. Que procuremos, como él, buscar y hacer tu voluntad, aún cuando esto nos pueda traer dificultades.
Bendice Padre, Tú que eres el Dios de la Vida, a nuestras familias. Colma de bendiciones, a través de San Gerardo, a todos los niños, a los jóvenes y a todas las mujeres que están por traer vida al mundo. Que, como San Gerardo, también nosotros sepamos amar y defender la vida. Que en cada persona descubramos un ser sagrado, en quien Tú te nos manifiestas.
Danos, Señor, la gracia de querer ser santos. Te lo pedimos por la intercesión de San Gerardo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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REZO DEL ÁNGELUS
a) En el tiempo ordinario
G. El ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió del Espíritu Santo.
(Dios te salve, María).
G. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
(Dios te salve, María).
G. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros
(Dios te salve, María).
G. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oremos: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(Misal Romano: Domingo IV de Adviento, oración colecta).
Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli".
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REGINA COELI
b) En el tiempo Pascual
G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
R: Porque el Señor,
a quien mereciste llevar, aleluya.
G: Resucitó según su palabra, aleluya.
R: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
R: Porque el Señor
resucitó verdaderamente, aleluya.
(cf. Liturgia de las Horas. Tiempo pascual. Completas).
Oremos: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Misal Romano: Común de santa María Virgen, tiempo pascual, oración colecta).
Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que rece piadosamente las preces anteriores, de acuerdo con el tiempo litúrgico que corresponda.
Según una laudable costumbre, estas preces se acostumbran a rezar al amanecer, al mediodía y al atardecer.
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BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Amén.
ACUÉRDATE,
O PIADOSÍSIMA VIRGEN MARÍA
Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desamparado por ti. Yo, pecador, animado con esta confianza, acudo a ti, oh Madre, Virgen de las vírgenes; a ti vengo, ante ti me presento gimiendo. No desprecies, Madre del Verbo, mis súplicas, antes bien inclina a ellas tus oídos y dígnate atenderlas favorablemente. Amén.
Indulgencia parcial
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AQUÍ ESTAMOS
Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo, aquí estamos, agobiados por el peso de nuestros pecados, pero particularmente congregados en tu nombre.
Ven a nosotros, quédate con nosotros y dígnate penetrar en nuestros corazones.
Enséñanos lo que tenemos que hacer, hacia dónde hemos de tender y muéstranos cuál ha de ser nuestro objetivo, para que, con tu ayuda, podamos complacerte en todo.
Sé tú el único inspirador y autor de nuestras decisiones, tú que eres el único que, con Dios Padre y su Hijo, posees un nombre glorioso.
No permitas que obremos contra la justicia, tú que amas al máximo la equidad. Que la ignorancia no nos extravíe, que el favoritismo no nos doblegue, que no nos dejemos sobornar por favores, dádivas o influencias.
Que el don de tu gracia nos una eficazmente a ti, de manera que estemos identificados contigo y en nada nos desviemos de la verdad; para que así, reunidos en tu nombre, en todos los asuntos moderemos la justicia con la piedad; de este modo lograremos en esta vida una plena sintonía contigo, y en la otra alcanzaremos por nuestra buena conducta el premio eterno. Amén.
Esta oración, que se acostumbra rezar antes de una reunión para tratar en común algún asunto, está enriquecida con indulgencia parcial.
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TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
Te damos gracias por todos tus beneficios, oh Dios omnipotente, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Indulgencia parcial
ÁNGEL DE DIOS
Ángel de Dios, tú que eres mi custodio, a mí, que he sido encomendado a ti por la piedad celestial, ilumíname, guárdame, dirígeme y guíame. Amén.
Indulgencia parcial
Bendición papal
Al fiel cristiano que reciba piadosa y devotamente, aunque sea sólo a través de la radio o la televisión, la bendición impartida por el Sumo Pontífice Urbi et Orbi o por el Obispo a los fieles encomendados a su cura pastoral, se le concede indulgencia plenaria.
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ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, purifícame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh Buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame
y mándame ir a ti,
para que con tus santos te alabe
por los siglos de los siglos. Amén.
Indulgencia parcial
Comunión espiritual
El acto de Comunión espiritual, realizada con cualquier fórmula, está enriquecido con indulgencia parcial.
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Visita al cementerio
Al fiel cristiano que visite piadosamente un cementerio y que en su mente ore por los difuntos, se le concede indulgencia, aplicable sólo a las almas del Purgatorio; desde el día 1 hasta el 8 de noviembre, todos los días plenaria; los demás días del año será parcial.
Visita al cementerio de los antiguos cristianos o «catacumbas»
Al fiel cristiano que visite devotamente el cementerio de los antiguos cristianos o «catacumbas», se le concede indulgencia parcial.
Rosario mariano
Indulgencia plenaria si el rezo del rosario se hace en una iglesia u oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una asociación piadosa; parcial, fuera de estas circunstancias.
(El rosario es una determinada manera de orar en la que distinguimos veinte decenas de Avemarías, intercalando la oración del Señor, y meditando piadosamente en cada una de estas decenas los misterios de nuestra redención).
Sin embargo, se introdujo la costumbre de llamar también «rosario» a sólo cinco decenas del mismo.
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Respecto a la indulgencia plenaria se establece lo siguiente:
1. Basta el rezo de sólo cinco misterios del rosario: pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.
2. A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.
3. En el rezo público, los misterios deben enriquecerse de acuerdo con la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los misterios.
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Norma sobre la indulgencia plenaria
23. § 1. Para ganar una indulgencia plenaria, además de la exclusión de todo afecto a cualquier pecado, incluso venial, se requiere la ejecución de la obra enriquecida con indulgencia y el cumplimiento de tres condiciones, que son: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice.
§ 2. Con una sola confesión sacramental, pueden ganarse varias indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y una oración por las intenciones del Sumo Pontífice sólo se gana una indulgencia plenaria.
§ 3. Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita: pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.
§ 4. Si falta la plena disposición, o si no se cumple la obra prescrita y las tres condiciones antedichas, salvo lo prescrito en los números 27 y 28 para los «impedidos», la indulgencia será sólo parcial.
§ 5. La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza según su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.