18.6.10

Novena del Santísimo Redentor



Novena del Santísimo Redentor

Comentarios a las lecturas.
P. Francisco Pérez Colunga


Tema: Jesús nos libra del mal.

Primera lectura: Génesis 48,15-16.
Jacob bendice a los hijos de José antes de morir. Comienza su bendición con la memoria histórica de lo que Dios ha hecho con sus padres en el pasado. Lo llama “el ángel que lo ha rescatado de todo mal”. Afirmar que Dios ha “rescatado” significa haber librado del hambre, de la persecución y de la muerte. Jacob desea eso mismo a los hijos de José. Por eso le manda que les ponga el mismo nombre personal que llevaron sus antecesores.




Novena del Santísimo Redentor

 (Las oraciones de la Misa, igual que los prefacios, pueden ser tomadas de los domingos, por su contenido cristológico. Para los cantos se sugiere un solo esquema, obviamente cristológico, durante los diez días. No cambiar ni el martes ni el sábado)

Comentarios a las lecturas.
P. Francisco Pérez Colunga

(Viernes siguiente al domingo 1° de julio)
Tema: Jesús nos libra del mal.

Primera lectura: Génesis 48,15-16.
Jacob bendice a los hijos de José antes de morir. Comienza su bendición con la memoria histórica de lo que Dios ha hecho con sus padres en el pasado. Lo llama “el ángel que lo ha rescatado de todo mal”. Afirmar que Dios ha “rescatado” significa haber librado del hambre, de la persecución y de la muerte. Jacob desea eso mismo a los hijos de José. Por eso le manda que les ponga el mismo nombre personal que llevaron sus antecesores.

Evangelio: Mateo 6,7-13.
Sólo Dios, Padre de Jesús, nos puede librar del mal. Para que esto sea posible se requiere la oración constante. Si Jesús nos manda pedir al Padre esa liberación, quiere decir que es inútil intentar conseguirla por nuestras propias fuerzas. Es un don divino, pero no nos llega si no lo imploramos. En esta serie de imperativos que componen el Padre Nuestro, el último es la petición de ser rescatados del mal. Es el último en ser expresado, pero el primero en importancia porque es la meta de nuestra fe.

Ofertorio.
Los hijos del dueño de la casa comparten el pan; los esclavos, en cambio, comen lo que sobre, dice el evangelio. Nosotros somos los hijos del Padre que nos ha rescatado por medio de su Hijo. Por eso tenemos derecho de sentarnos con él a la mesa de la Eucaristía. Es lo que hacemos ahora, después de haber escuchado su palabra, especialmente el mandato de rezar continuamente, alabándolo y pidiéndole que nos rescate del mal.


(Sábado siguiente al domingo 1° de julio)
Tema: Jesús, Hijo amado de Dios.

Primera lectura: Éxodo 6,2-9.
Nosotros nos damos a conocer diciendo nuestro nombre personal. Es una forma de conocimiento teórica. Se dice que somos conocidos cuando las personas saben nuestro nombre. Dios tiene otra manera de darse a conocer a su pueblo. Lo hace realizando obras maravillosas por él. Escuchamos en el Éxodo el proyecto que hará efectivo por medio de Moisés. Rescatará a su pueblo de la esclavitud de Egipto y su pueblo lo conocerá como su redentor.

Evangelio: Mateo 27,39-44.
Los autores sagrados emplean con frecuencia la ironía como recurso literario para enseñarnos todo lo que se refiere a Jesús. Hoy leemos una parte de la pasión, siguiendo la versión de San Mateo. La ironía consiste en que los soldados se burlan de Jesús llamándolo “Hijo de Dios”, “Rey de Israel”. Expresan como burla lo que es la verdad. Jesús es el Hijo de Dios, el amado. Por eso su rescate no está en duda. Su Padre lo rescata de la muerte resucitándolo, como afirman unánimemente los cuatro evangelios.

Ofertorio.
Jesús, el Hijo único de Dios, nos prepara el banquete del reino. Su símbolo perfecto es la Eucaristía. La llamamos “fiesta de los redimidos”. En ella participamos todos los que hemos sido salvados por la muerte y resurrección de Jesús. Con razón lo llamamos “redentor” nuestro. Nos ha hecho pasar de la muerte a la vida y nos mantiene en ella alimentándonos con su cuerpo y sangre.


(Segundo domingo de julio)
Tema: Jesús, nuestro redentor.

Primera lectura: Éxodo 15,1-2.11-13.
Leemos en el Éxodo un canto de victoria único en su género. Celebra el triunfo de Dios sobre los egipcios, opresores de su pueblo Israel. La ocasión es el exterminio del ejército del faraón. Es un salmo de acción de gracias, el más célebre de los cánticos que la liturgia cristiana toma del Antiguo Testamento. Su tema es la salvación milagrosa que Yahveh garantiza a su pueblo.

Segunda lectura: Colosenses 1,9-14.
La segunda lectura es parte del prólogo de la carta de San Pablo a los colosenses. Es una acción d gracias y súplica al mismo tiempo. En la acción de gracias se indica el motivo del agradecimiento: Dios nos ha librado del poder de las tinieblas para hacernos entrar en su reino de amor. Esto ha sido obra de Jesucristo su Hijo, el que nos ha redimido perdonando nuestro pecado.

Evangelio: Lucas 1,67-75.
El evangelio de hoy es parte de un cántico semejante al Magníficat. Se trata de un texto poético que Lucas pone en boca de Zacarías, padre de Juan Bautista. Es un himno de acción de gracias junto con una visión del futuro. Nuestra lectura se limita a la acción de gracias. Aunque las palabras se refieren al nacimiento de Juan, es evidente que sentido pleno alude directamente a Jesús, único autor de la redención.

Ofertorio.
Pasamos de la liturgia de la palabra a la liturgia del sacrificio. El mismo que nos ha alimentado con su palabra nos alimenta con su cuerpo y sangre. El pan y el vino son traídos al altar para ser transformados en alimento que da vida eterna a quienes lo reciben. Solamente los redimidos participan de él, porque han sido purificados del pecado y convertidos en hijos adoptivos de Dios. Es Jesús el que nos ha regalado esta filiación.

(Lunes de la segunda semana de julio)
Tema: Jesús, redentor que no decepciona.

Primera lectura: Levítico 25,23-28.
Todo lo que pertenece a Dios está santificado  y no puede cambiar de dueño. La tierra es una de las propiedades intocables. No puede venderse para siempre. Todo el que la vende por necesidad tiene derecho a rescatarla, a recuperarla. Leemos en el Levítico una parte de la antigua institución del “rescatador”, que en hebreo se dice goél. Es deber del pariente más próximo rescatar los bienes familiares que hayan sido vendidos.

Evangelio: Lucas 24,13-35.
Todos hemos experimentado en la vida una decepción; tal vez en el trabajo, en el amor, en las relaciones sociales o familiares. En el evangelio se nos cuenta la decepción de los discípulos de Emaús. Ellos dicen “nosotros creíamos que él iba a liberar a Israel”. Se sienten frustrados y se alejan de Jerusalén desconsolados. Jesús se les aparece y les dice que su tristeza viene de la incomprensión e ignorancia de la Escritura. Ya instruidos, los discípulos vuelven a creer en Jesús redentor, y nunca más la duda los vencerá.

Ofertorio.
En la convivencia fraterna se fortalecen los lazos familiares. En la mesa los hijos comparten el pan. Es un honor que seamos invitados a sentarnos con alguien a la mesa, porque es el momento fuerte de la amistad y del amor. Los hermanos de Jesús son por él invitados a su banquete. Él es anfitrión de los que han sido redimidos, es decir, rescatados de la muerte, comprados con el precio de su sangre.

(Martes de la segunda semana de julio)
Tema: Jesús, redentor de todos.

Primera lectura: Números 5,5-10.
El libro de los Números tiene una serie de leyes. Hoy leemos algunas acerca de la restitución. Recordemos que Yahveh está hablando al pueblo por medio de Moisés, dictándole las normas básicas de la vida social. No puede exigirle mucho todavía, porque acaba de salir de Egipto, donde no tenía otra ley que la esclavitud. Yahveh enseña al pueblo que toda ofensa hecha al prójimo tiene que ser borrada ¿de qué manera? Pagando el precio, que puede ser económico o moral.

Evangelio: Mateo 20,20-28.
Los apóstoles que acompañan a Jesús están equivocados en lo que esperan de él. Creen que a su lado conquistarán grandes honores, sobre todo políticos. Él les indica la única postura correcta, la que tiene que seguir todo el que quiera ser su amigo: imitarlo a él, servidor y redentor de todos. Escuchemos cómo se describe Jesús mismo en el evangelio, con una descripción personal que encontramos muy pocas veces en el Nuevo Testamento. Jesús es servidor y redentor al mismo tiempo.

Ofertorio.
La petición de los hermanos, hijos de Zebedeo, era compartir la mesa del reino con Jesús, pero desde la perspectiva del poder político. La amonestación dirigida a ellos vale igualmente para nosotros. Hemos sido instruidos por su palabra. Hemos aprendido que solamente imitando su servicio formamos parte de su familia redimida. Por eso podemos compartir ahora la mesa de su Eucaristía.


(Miércoles de la segunda semana de julio)
Tema: Por Jesús perdemos y ganamos la vida.

Primera lectura: Rut 4,1-4.
El libro de Rut habla del derecho de rescate, ya citado en la lectura de ayer, Números capítulo quinto. Una tierra, patrimonio familiar, se ha tenido que vender por necesidad. El nuevo dueño la pone en venta otra vez. Es la oportunidad para recuperarla. Los parientes del que la vendió primero tienen el derecho de comprarla para que vuelva a la familia ese patrimonio.

Evangelio: Lucas 9,23-26.
Hay expresiones de Jesús que son, en apariencia, contradictorias. Hoy leemos una de ellas. Él dice que ganar la vida es perderla y perderla es ganarla ¿Qué quiere decir? Se trata de dos visiones de la vida, desde horizontes no solamente distintos sino opuestos, el del reino de los cielos y el del mundo. Para el hombre sin fe es imposible escapar de la vida ofrecida por el mundo; para el que sigue a Jesús los bienes del mundo tienen valor relativo.

Ofertorio.
El pan y el vino son símbolo de los bienes del cielo prometidos a los seguidores de Jesús. Son, como dice la oración, fruto del trabajo del hombre. El que cree en Jesús es dueño de la vida absoluta, que será plena en el cielo. Aprendamos a estimar en su valor relativo las cosas de la tierra, de modo que nos sirvamos de ellas para alcanzar las del cielo, garantizadas en la ofrenda del pan y del vino..


(Jueves de la segunda semana de julio)
Tema: Jesús nos redime con su palabra.

Primera lectura: Job 19,23-27.
La palabra “redentor”, que en hebreo se dice goél, se aplica a Dios, salvador de su pueblo. Job, calumniado y condenado por sus amigos, espera un redentor que será el mismo Dios. Job considera perdida su felicidad y próxima su muerte. Dios no intervendrá ahora para vengar su causa. Lo hará después de su muerte. Job espera ser testigo personal de esto, ver a su redentor. Job es ejemplo del hombre que siente necesidad de justicia en una situación desesperada.

Evangelio: Juan 4,39-42.
Los samaritanos acuden a Jesús porque la mujer les ha dicho lo que habló con ella. La palabra de la mujer es proclamación de Jesús, sus palabras y acciones. El testimonio de ella se hace pleno solamente en el momento en que ellos van a encontrarse con Jesús, lo ven y lo escuchan. Entonces sus palabras se convierten en profesión de fe: “nosotros hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el redentor del mundo”.

Ofertorio.
La confesión de fe no se queda en la pura palabra, como hemos leído en el encuentro de Jesús con la samaritana. Dice el evangelio que Jesús se quedó con ellos dos días. Él permanece con nosotros, igual que entonces, y con una presencia más completa todavía. Es la presencia suya en la Eucaristía, pan del cielo preparado para los que están con él. Igual que la samaritana, fijemos en él nuestra mirada porque es nuestro redentor.


(Viernes de la segunda semana de julio)
Tema: Jesús busca y redime al hombre perdido.

Primera lectura: Oseas 13,12-14.
El profeta Oseas es el primero en utilizar la metáfora de la mujer con dolores de parto para describir la calamidad que amenaza al pueblo. La calamidad está destinada, según el designio de Dios, a provocar la conversión del pueblo y será la fuente de una nueva vida, indicada con el nacimiento de un hijo. Pero Efraím se condena a sí mismo. Dios, a pesar de todo, mantiene su promesa de rescatar al pueblo de la muerte.

Evangelio: Lucas 19,1-10.
En el evangelio de Lucas escuchamos de Jesús mismo la explicación del objetivo de su venida al mundo. Dice que vino a buscar y salvar lo que estaba perdido. Estas palabras se refieren a la conversión de Zaqueo, rescatado del pecado en que vivía como hombre rico, cobrador de impuestos y estafador. Él vivía fuera de la familia a causa de su pecado. Jesús lo hace regresar a la casa mediante la visita personal y la palabra amable que le dirige.

Ofertorio.
Nos preparamos a compartir el pan como hijos del Padre que nos ha llamado a través de la palabra del Hijo. Igual que Zaqueo, se supone en nosotros la conversión, el cambio de vida necesario para ser dignos de sentarnos a la mesa del Señor. La ofrenda del pan y del vino nos recuerdan la nueva condición de hijos que se nos ha regalado. Con el entusiasmo propio de la familia redimida, asistamos a la fracción del pan.


(Sábado de la segunda semana de julio)
Tema: El redentor ha venido de los judíos.

Primera lectura: Isaías 41,8.13-14.
En Isaías aparece por vez primera el tema del “siervo”, ligado al de la elección. De todas las tribulaciones Dios lo salvará, porque es su goél, palabra hebrea que significa redentor. Es el que rescata al encarcelado por deudas, el que defiende a la viuda. Es el protector de los pequeños y  desposeídos. La palabra designa a Dios como protector del oprimido y libertador del pueblo. Aquí se inspiran los autores del Nuevo Testamento para aplicar a Jesús el nombre de “redentor”.

Evangelio: Juan 4,21-24.
Jesús dice a la samaritana que la redención viene de los judíos. Con esto le indica su procedencia personal. Jesús es de raza judía. Su nacimiento ha tenido una larga preparación. Podemos comprobarlo  leyendo muchos de los libros del Antiguo Testamento. Aunque son muy pocos los judíos que lo han aceptado, el privilegio de ellos permanece. San Pablo dice que la tardanza de los judíos en convertirse es oportunidad para que el mundo entero se convierta y que ellos, los judíos, al fin se convertirán también.

Ofertorio.
Pasamos a la segunda parte de la Eucaristía, llamada ofertorio o consagración. Significa que hemos aceptado el compromiso con la palabra escuchada. Si en la vida ordinaria  acostumbramos sellar un contrato haciendo una comida, lo mismo sucede en la Cena del Señor. Es privilegio y compromiso a la vez. Privilegio porque somos invitados por Jesús, y compromiso porque su palabra nos compromete a cambiar de vida.




SANTISIMO REDENTOR


Solemnidad

(Tercer domingo de julio)
Tema: El redentor ama a los humildes.

Primera lectura: Jeremías 31,1.8-11.
El capítulo 31 de Jeremías es famoso por el tema del nuevo Éxodo. Se llama así al regreso del pueblo a su patria, después de haber  cumplido con el castigo impuesto por Yahveh. Esto fue del año 586 al 538, un período de 50 años aproximadamente. Se llama Éxodo por su semejanza con el libro del Éxodo, el segundo de la Escritura. El pueblo pasa de la esclavitud a la libertad.

Segunda lectura: 2 Corintios 1,8-10.
La acción de gracias juega un papel muy importante en las cartas de Pablo. Basta ver el comienzo de cada una de ellas. El motivo normal de su acción de gracias es la de los destinatarios de sus cartas. Según Pablo la acción  de gracias debe animar todas las acciones del cristiano. Pablo agradece a Dios que lo haya librado de la muerte y está seguro de que lo seguirá librando para que pueda cumplir con su ministerio de predicar el evangelio.

Evangelio: Lucas 1,46-55.
María llama a Dios su “redentor”. Sus palabras son: “mi espíritu se alegra en Dios, mi redentor”. Lo interesante es que a continuación María enumera las acciones realizadas por Dios y todas se refieren a situaciones humanas en general, no a favores personales que Dios haya hecho a María. Significa que María se siente íntimamente asociada a la suerte de todos los hombres, pues considera las acciones de Dios en el mundo como acciones hechas a ella, o por ella. Dios es su redentor por ser redentor de la humanidad.

Ofertorio.
Celebramos hoy la solemnidad del Santísimo Redentor. Es uno de los nombres que la Sagrada Escritura da a Dios y a su Hijo Jesucristo. Este nombre personal designa la misión cumplida a favor de nosotros. Hemos sido redimidos. Hemos pasado de la muerte a la vida. Por eso somos dignos de acercarnos a la mesa del Señor, invitados por él mismo para comunicarnos su vida divina.





Novena del Santísimo Redentor
 (SEGUNDO ESQUEMA)

(Las oraciones de la Misa, igual que los prefacios, pueden ser tomadas de los domingos, por su contenido cristológico. Para los cantos se sugiere un solo esquema, obviamente cristológico, durante los diez días. No cambiar ni el martes ni el sábado)


(Viernes siguiente al domingo 1° de julio)
Lectura del libro del Génesis.
Jacob bendijo a los hijos de José diciendo: “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac; el Dios que ha sido mi pastor desde que existo hasta el presente día; el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos muchachos. Sean llamados con mi nombre y con el de mis padres, Abraham e Isaac. Multiplíquense y crezcan en medio de la tierra”.
Palabra de Dios.


Evangelio: Mateo 6,7-13.
(Dijo Jesús a sus discípulos) Al rezar, no hablen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del  mal.
Palabra del Señor.


(Sábado siguiente al domingo 1° de julio)
Lectura del libro del Éxodo.
Habló Dios a Moisés y le dijo: “Yo soy Yahveh. Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Él Sadday”; pero mi nombre de Yahveh no se lo di a conocer. También con ellos establecí mi alianza, para darles la tierra de Canaán, la tierra en que peregrinaron y en la que moraron como forasteros. Ahora, al oír el gemido de los israelitas, reducidos a la esclavitud por los egipcios, he recordado mi alianza. Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy Yahveh; yo los libertaré de los duros trabajos de los egipcios; los libraré de su esclavitud y los salvaré con brazo tenso y castigos grandes. Yo los haré mi pueblo, y seré su Dios; y sabrán que yo soy Yahveh, su Dios, que los sacaré de la esclavitud de Egipto. Yo los introduciré en la tierra que he jurado dar a Abraham, a Isaac y a Jacob; y se la daré en herencia. Yo, Yahveh”. Moisés dijo esto a los israelitas; pero ellos no escucharon a Moisés, consumidos por la dura servidumbre.
Palabra de Dios.


Evangelio: Mateo 27,39-44.
Los que pasaban por allí lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo: “Tú que destruyes el santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y baja de la cruz!”. Igualmente los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: “A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Es rey de Israel, que baje de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que lo salve ahora, si es que de verdad lo ama; pues él dijo: Soy Hijo de Dios”. De la misma manera lo injuriaban los salteadores crucificados con él.
Palabra del Señor.



(Segundo domingo de julio)
(Primera lectura) Lectura del libro del Éxodo.
Moisés y los israelitas entonaron este cántico a Yahveh, diciendo: “Canto a Yahveh porque se cubrió de gloria, arrojando en el mar carro y caballo. Mi fortaleza y mi canción es Yahveh. Él es mi salvación. Él es mi Dios, yo lo glorifico; el Dios de mis padres, a quien exalto. ¿Quién como tú, Yahveh, entre los dioses? ¿Quién como tú, glorioso en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas? Tendiste tu diestra y se los tragó la tierra. Guiaste en tu bondad al pueblo rescatado. Tu poder los condujo a tu santa morada”.
Palabra de Dios.



(Segunda lectura)
Lectura de la carta  de San Pablo a los colosenses.
Hermanos, no dejamos de rogar por ustedes y de pedir que lleguen al pleno conocimiento de la voluntad del Señor, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena, y creciendo en el conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias al Padre, que los ha hecho dignos de participar en la herencia de los santos en la luz. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados.


Evangelio: Lucas 1,67-75.
Zacarías, padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: “Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo; como lo había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas; que nos salvaría de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; haciendo misericordia a nuestros padres, y recordando su santa alianza, y el juramento que hizo a nuestro padre Abraham, de concedernos que, rescatados de manos enemigas, podamos servirle sin temor, en santidad y justicia”.
Palabra del Señor.


(Lunes de la segunda semana de julio)
Lectura del libro del Levítico.
La tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como forasteros y huéspedes. En todo terreno de su propiedad concederán derecho a rescatar la tierra. Si se empobrece tu hermano y vende algo por necesidad, su goél más cercano vendrá y rescatará lo vendido por su hermano. Si alguno no tiene goél, adquiera por sí mismo recursos suficientes para su rescate. Calcule los años pasados desde la venta y devuelva al comprador la cantidad del tiempo que falta. Así volverá a su propiedad. Si no halla lo suficiente para recuperarla, lo vendido quedará en poder del comprador hasta el año jubilar, y en el jubileo quedará libre; y el vendedor recuperará su posesión.
Palabra de Dios.


Evangelio: Lucas 24,13-35.
Aquel mismo día iban dos discípulos a un pueblo llamado Emaús, a unos treinta kilómetros de Jerusalén. Conversaban sobre lo que había pasado. Mientras conversaban, Jesús se acercó a ellos, pero no lo reconocieron. Les dijo: ¿De qué discuten entre ustedes? Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén? El dijo: ¿Qué cosa? Le dijeron: Lo de Jesús el nazareno, profeta poderoso en obras y palabras, delante de Dios y de todo el pueblo. Nuestros sumos sacerdotes lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el liberador de Israel. Pero llevamos ya tres días desde que esto pasó. Unas mujeres nos han desconcertado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que estaba vivo. Jesús les dijo: “Insensatos y tardos de corazón para entender lo que dijeron los profetas. ¿No era necesario que el Cristo padeciera antes de entrar en su gloria?”. Y comenzando por Moisés, y continuando por los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Palabra del Señor.



(Martes de la segunda semana de julio)
Lectura del libro de los Números.
Yahveh habló a Moisés y le dijo: Habla a los israelitas: Si un hombre o una mujer comete cualquier pecado en perjuicio de otro, ofendiendo a Yahveh, el tal será reo de delito. Confesará el pecado cometido y restituirá la suma de que es deudor, más un quinto. Se la devolverá a aquel de quien es deudor. Si un hombre no tiene pariente a quien se pueda restituir, la suma se ha de restituir a Yahveh, entregándola al sacerdote; aparte del carnero expiatorio con que el sacerdote expiará por él. Será para el sacerdote toda ofrenda que los hijos de Israel presenten. Lo que cada uno consagra es suyo; pero lo presentado al sacerdote, es del sacerdote.
Palabra de Dios.


Evangelio: Mateo 20,20-28.
Se le acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo: Él le dijo: “¿Qué quieres?” Ella contestó: “Que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu izquierda y otro a tu derecha, en tu reino”. Jesús le dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber?” Le dicen: “Sí, podemos”. Les dice: “Mi copa la beberán; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre”. Al Oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Jesús los llamó y les dijo: “Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor; y el que quiera ser el primero entre ustedes, sea su esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos”.
Palabra del Señor.


(Miércoles de la segunda semana de julio)
Lectura del libro de Rut.
Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Pasó su pariente y Booz le dijo: “Acércate y siéntate aquí, fulano”. Éste fue y se sentó.  Tomó diez de los ancianos de la ciudad y dijo: “Siéntense aquí”. Y se sentaron. Dijo al que tenía el derecho de rescate: “Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab, vende la parcela de nuestro hermano Elimélek. He querido hacértelo saber y decirte: adquiérela en presencia de los aquí sentados, en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si vas a rescatar, rescata. Si no vas a rescatar, dímelo para que yo lo sepa, porque fuera de ti no hay otro que tenga derecho de rescate, pues yo voy después de ti”. Él dijo: “Yo rescataré”.
Palabra de Dios.


Evangelio: Lucas 9,23-26.
Jesús decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?” Quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de sus santos ángeles”.
Palabra del Señor.



(Jueves de la segunda semana de julio)
Lectura del libro de Job.
Dijo Job: “!Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá en monumento se gravaran; con punzón de hierro y cincel, para siempre, en la roca se esculpieran¡ Yo sé que mi redentor está vivo; y que él, al último, se levantará sobre el polvo. Después de despertarme, me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios. Sí, yo mismo lo veré. Mis propios ojos lo van  a contemplar, no los de otro”.
Palabra de Dios.


Evangelio: Juan 4,39-42.
Muchos samaritanos de la ciudad creyeron en Jesús, por las palabras de la mujer que daba testimonio: “Me ha dicho todo lo que he hecho”. Cuando llegaron a él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: “Ya no creemos por tus palabras; nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Redentor del mundo”.


(Viernes de la segunda semana de julio)
Lectura del profeta Oseas.
Encerrada está la culpa de Efraím, bien guardado su pecado. Dolores de parturienta lo asaltan, pero él es un hijo necio, que no aparece a tiempo por donde nacen los hijos. ¿De la garra del seól los libraré, de la muerte los rescataré? ¿Dónde están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio, seól? La compasión está oculta a mis ojos, dice el Señor Yahveh.
Palabra de Dios.


Evangelio: Lucas 19,1-10.
Habiendo entrado en Jericó, Jesús atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y subió a un sicómoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Cuando Jesús llegó al sitio, alzando la vista le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”. Él se apresuró a bajar y lo recibió con mucha alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: “Ha ido a hospedarse en casa de un hombre pecador”. Zaqueo, de pie, dijo al Señor: “Señor, daré la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la redención a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham; pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Palabra del Señor.


(Sábado de la segunda semana de julio)
Lectura del profeta Isaías.
Tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí, simiente de mi amigo Abraham. Yo, Yahveh, tu Dios, te tengo asido por la diestra. Soy quien te dice: “No temas, yo te ayudo”. No temas, gusano de Jacob, gente de Israel. Yo te ayudo. Tu redentor es el santo de Israel.
Palabra de Dios.


Evangelio: Juan 4,21-24.
Jesús dice a la mujer samaritana: “Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la redención viene de los judíos. Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoran. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, deben adorar en Espíritu y en verdad”.
Palabra del Señor.



SANTISIMO REDENTOR


Solemnidad
(Tercer domingo de julio)
(Primera lectura) Lectura del profeta Jeremías.
En aquel tiempo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo. Miren que yo los traigo del país del norte, de los confines de la tierra. Entre ellos, el ciego y el cojo, la preñada  y la parida. Gran asamblea vuelve acá. Llorando se han ido y con súplicas los devuelvo; los llevo a arroyos de agua, por camino llano, donde no tropiecen. Porque yo soy para Israel un Padre, y Efraím es mi primogénito. Oigan, naciones, la palabra de Yahveh; anúncienla en las islas remotas. Digan: el que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como un pastor a su rebaño. Porque Yahveh ha rescatado a Jacob; lo ha redimido de la mano de otro más fuerte.



(Segunda lectura)
De la carta de San Pablo a los Corintios.
No queremos que lo ignoren, hermanos. La tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto que perdimos la esperanza de conservar la vida. Hemos tenido sobre nosotros la sentencia de muerte, para que no pongamos la confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos rescató del mortal peligro y nos librará. En él esperamos que nos siga librando.
Palabra de Dios.




Evangelio: Lucas 1,46-55.
Dijo María: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Redentor; porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava. Por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán dichosa, porque ha hecho en mi favor cosas maravillosas el Todopoderoso. Santo es su nombre. Su misericordia alcanza de generación en generación a los que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo. Dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Vino en auxilio de Israel, su siervo, acordándose de su misericordia; como lo había prometido a nuestros padres, a favor de Abraham y su descendencia para siempre”.
Palabra del Señor.



DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO




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